Si alguien me hubiese dicho que dejaría mi Paraná querida, viviría en Europa, que luego me mudaría a San Sebastián y que tendría la posibilidad de compartir una mañana con Karlos Arguiñano, le diría que está loco. Pero así fue.
Si alguien me hubiese dicho que dejaría mi Paraná querida, viviría en Europa, que luego me mudaría a San Sebastián y que tendría la posibilidad de compartir una mañana con Karlos Arguiñano, le diría que está loco. Pero así fue.